The Rio Grande
The Rio Grande - A Shifting River
The Río Grande has influenced the evolution of the Rio Grande Valley’s landscape for millions of years. Since the Oligocene, when the river brought the Goliad Gravels to the Valley, it has played both constructive and destructive roles in shaping the coastal plain as we know it today. The modern river has matured into a slowly meandering artery, snaking back and forth across its own wide floodplain, leaving pieces of itself along the way. The meandering nature of the Río Grande is dictated by its very low gradient, only 12 centimeters or 5 inches per kilometer between Roma and the Gulf of Mexico.
Starting in Roma, the Río Grande turns east towards the Gulf of Mexico 260 miles downstream, cutting across the 43-million-year-old Roma Sandstone, the 27-million-year-old Catahoula Volcanic ash around Rio Grande City, and the Goliad gravels near Mission and McAllen. This section of the river technically constitutes the Río Grande Valley. At the longitude of Harlingen, the floodplain widens and is scarred by the river, with circular cut off meanders, or oxbow lakes, as well as numerous old and inactive river channels or resacas. This is the Río Grande Delta, which the river formed only in the last 8,000 years.
A comparison of the Río Grande’s 1912 and 2014 channels shows that despite all human interventions, the channel continued to migrate laterally, cutting off old meanders, making new ones, and slowly changing the landscape of the Rio Grande Valley. As a result of the lateral migrations, the international boundary between Mexico and the United States changed multiple times.
In its natural state, before the 20th century, the river’s irregular flow could still support riverboat navigation from Brownsville to Roma in the spring and summer. Starting in the 1890s, upstream irrigation projects in New Mexico and Colorado diverted so much water from the upper river that only occasional flood waters flowed into the Rio Grande Valley. Today eight large dams on the Río Grande and many more on its tributaries have reduced the river flow reaching the Gulf of Mexico to only 20% of its former mean annual discharge.
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El Río Grande - un RÍO CAMBIANTE
El Río Grande ha influido en la evolución del paisaje de la región durante millones de años. Desde el Mioceno, periodo durante el que el río aportó las gravas de Goliad a la orografía de El Valle, el río ha desempeñado un papel tanto constructivo como destructivo a la hora de conformar la llanura costera tal como la conocemos hoy día. En la actualidad, la versión madura del río constituye una arteria que discurre serpenteando en lentos meandros de un lado a otro a lo largo de una amplia llanura aluvial dejando por detrás, aislados, segmentos enteros de sí mismo. La naturaleza sinuosa del río viene dictada por una escasa pendiente de solo 12 centímetros por kilómetro desde la localidad texana de Roma y durante los más de 400 kilómetros de lento descenso en su curso oriental hasta su desembocadura en el Golfo de México. En su recorrido atraviesa la arenisca de la localidad texana de Roma, de 43 millones de antigüedad, las cenizas volcánicas de Catahoula, de hace 27 millones de años, a la altura de Rio Grande City, así como las gravas de Goliad en las cercanías de Mission y McAllen. Este tramo del río es el que constituye en sí El Valle del Río Grande. Sin embargo, en el punto de longitud geográfica correspondiente a Harlingen, la llanura aluvial se ensancha en un terreno cubierto por las cicatrices que el río ha ido dejando, tales como meandros abandonados y lagos de herradura, así como diversos cauces muertos o brazos antiguos del río llamados «resacas». Este ensanchamiento corresponde al Delta del Río Grande, formado hace solo 8 000 años.
Si se comparan los lechos fluviales del Río Grande de 1912 y de 2014 se observa que, a pesar de todas las intervenciones humanas, el curso del río ha seguido desplazándose de manera lateral, dejando meandros abandonados, creando otros nuevos, y alterando lentamente la orografía de El Valle del Río Grande. Como resultado de estos desplazamientos, la frontera entre México y los Estados Unidos ha cambiado de lugar en diversas ocasiones.
En su estado natural antes del siglo XX, el irregular caudal del río posibilitaba la navegación fluvial entre las localidades de Brownsville y Roma durante la primavera y el verano. A partir de la década de 1890, los proyectos de regadío del curso alto del río en los estados de Nuevo México y de Colorado desviaron tanta agua que solo alcanzaban de manera ocasional a El Valle del Río Grande aguas de inundación. Las ocho grandes presas distribuidas a lo largo del curso del río en la actualidad, así como muchas otras en toda su cuenca tributaria, han reducido el caudal de su desembocadura en el Golfo de México hasta solo un 20 % de su antiguo promedio anual.