Cameron
Ubicada cerca de la desembocadura del Río Grande, Bagdad desempeñó un papel crucial como ciudad portuaria tanto para México como para los confederados durante la Guerra de Secesión estadounidense. Si bien los puertos de Texas fueron bloqueados por navíos de guerra unionistas, se reconoció el Río Grande como vía fluvial internacional, lo que permitió a los vapores bajo bandera mexicana acarrear algodón procedente de otras zonas de Texas, de La Luisiana o de Arkansas hasta El Valle del Río Grande a través de Bagdad de manera legal. En ocasiones, llegaron a fondear hasta trescientas embarcaciones de Inglaterra y de otras naciones europeas frente a la ciudad, a la espera de cargamentos de la preciosa fibra, pero también pasaban de contrabando por Bagdad otras mercancías importantes, como medicamentos, comida, vestimenta, pólvora y carabinas. Esta pequeña comunidad, fundada en 1848, se convirtió en una bulliciosa ciudad de 25 000 habitantes que atrajo a tratantes de algodón, marineros, arrieros, jugadores, soldados franceses y austriacos al servicio del emperador Maximiliano y un variado surtido de delincuentes. Cuando la ocupación de Brownsville por parte de fuerzas unionistas en noviembre de 1863 impidió la llegada de cargamentos de algodón desde esta localidad, su transporte se desplazó hacia el oeste, hasta Laredo. El final de la guerra puso rápido punto final al lucrativo negocio exportador de Bagdad, pero fue el terrorífico huracán de 1867 el que dijo la última palabra: la Madre Naturaleza reclamó para sí los marjales y las antiguas dunas arenosas, salobres y desoladas. Bagdad existe ahora sólo en la historia, los relatos y el recuerdo.
Antes y después de la Guerra de Secesión estadounidense, Brownsville era un importante punto de confluencia para el comercio internacional que transcurría por el curso del Río Grande. La esclavitud no era un fenómeno poco habitual en Brownsville de manera que, cuando estalló la conflagración, los lugareños tomaron partido por un bando u otro en función de sus motivaciones personales o económicas. Cuando Texas se segregó de la Unión en febrero de 1861, los confederados expulsaron de la localidad a sus vecinos unionistas y confiscaron sus propiedades. Muchos de los partidarios unionistas huyeron al otro lado del río, a Matamoros, y formaron unidades militares para plantar batalla a sus antiguos vecinos. Con el bloqueo naval unionista de la línea costera del sur de los EE.UU., las plantaciones de La Luisiana, de Arkansas y de otras regiones de Texas despachaban por tren los cargamentos de algodón a la región ubicada al sur de Houston, lugar desde el que el «oro blanco», tal como se conocía a dicha mercancía, se transportaba en carros de tiro a través de un difícil viaje terrestre hasta Brownsville, donde podía ser embarcado por el río hasta Matamoros. México se declaró neutral durante el conflicto, de manera que los barcos unionistas no podían interferir de manera legal con el tráfico comercial que discurría por el Río Grande o en los puertos mexicanos. Hacia 1862, los arrieros y sus carruajes formaban filas de varias millas de longitud a la espera de su turno para apilar las balas de algodón en los embarcaderos de la ciudad. Con la esperanza de poner punto final al comercio de algodón, el general unionista del ejército, Nathaniel Banks, invadió el Sur de Texas en 1863. Al incendiar sus tropas el Fuerte Brown y los cargamentos de algodón, los unionistas locales regresaron desde Matamoros y recuperaron sus propiedades, siendo esta vez expulsados los confederados a la ribera opuesta. El control militar de la ciudad cambiaría de manos en dos ocasiones más en 1864. En mayo del año siguiente, la Confederación se rindió y las fuerzas de la Unión, incluyendo el Regimiento Negro de los Estados Unidos, retomó la ciudad de Brownsville.
Uno de los edificios más antiguos que aún se erigen en Brownsville es la Casa Neale. Ella y la figura de su constructor, William A. Neale nos ofrecen un retrato representativo de la época de la Guerra de Secesión en El Valle del Río Grande. Neale, un inglés que había llegado a Matamoros en 1820 como soldado de fortuna durante la Guerra de la Independencia de México, estableció en la década de 1840 una línea de diligencias entre El Frontón (actualmente Puerto Isabel) para el transporte de las mercancías marítimas hasta Brownsville, y poco después construyó un hotel, una amplia estructura que ocupaba casi la cuarta parte de una manzana. Después de desmantelar la línea de diligencias en 1855 y fundar un negocio mercantil en, precisamente, Nealeville –lugar llamado también «Santa María» y ubicado veinticinco millas río arriba desde Brownsville– mantuvo aún sus intereses allí, llegando a fungir como alcalde de la ciudad entre 1858 y 1859. Durante la Guerra de Secesión, ejerció la capitanía de una compañía de la guardia local en el Fuerte Brown, fue teniente segundo del Tercer Regimiento de Infantería de Texas, inspector del algodón que se exportaba a través de México, así como el agente de reclutamiento y pasaportes del General Hamilton Priolueau Bee. Fue testigo de las maniobras navales durante el bloqueo federal de la desembocadura del Río Grande, así como del incendio de Fort Brown. Cuando las tropas federales ocuparon Brownsville en 1863, regresó a Matamoros a vivir y, durante su ausencia, los soldados unionistas empezaron a desmantelar su hotel para utilizar el maderamen en la construcción de barracones. Siendo aún ciudadano inglés, y por lo tanto individuo neutral en la guerra, Neale exigió al general al mando que detuviera de inmediato el derribo, pero por desgracia sólo el ala de un extremo del edificio seguía en pie para cuando se detuvo la operación de desmantelamiento. Esta sección, sin embargo, fue reparada y restituida a Neale como su morada cuando por fin se restableció en Brownsville en 1865.
De manera similar a la histórica Casa Neale, la Casa Stillman y su propietario original, Charles Stillman, son dos elementos que caracterizan la época de la Guerra de Secesión estadounidense en El Valle del Río Grande. Nacido en Connecticut, Stillman llegó a Matamoros en 1828 y emprendió diversos negocios en el norte de México. Durante la Guerra Méxicoestadounidense, o Guerra de Intervención, Stillman se asoció con Richard King y Mifflin Kenedy para transportar tropas y suministros desde el delta del Río Grande hacia el interior de México y, cuando el conflicto concluyó y México fue forzado a rendir sus territorios septentrionales, Stillman y sus socios se interesaron en la adquisición de tierras en la margen norte del río, las cuales venderían posteriormente para establecer el asentamiento que acabaría convirtiéndose en Brownsville. Cuando la Confederación se separó de la Unión, Stillman y sus socios obtuvieron una concesión para el transporte de algodón a través del Río Grande, ayudando así a que los productores esquivaran el embargo marítimo. Parte de los cargamentos de algodón se enviaban a las propias fábricas que Stillman poseía en Monterrey. Así, cargaba el algodón en los vapores registrados bajo bandera mexicana, lo que les permitía navegar con toda seguridad y dentro de la legalidad por el Golfo de México entre los navíos de guerra. Este tipo de tráfico comercial contribuyó a la mayor duración de la guerra, a causa de los importantes ingresos que suponía para la Confederación. Cumpliendo con su naturaleza de auténtico especulador en tiempos de guerra, no dudaba en comerciar con ambos bandos, llevando cargamentos de algodón también a los puertos unionistas y vendiéndoselos incluso al gobierno de los EE.UU. Para el año 1865 ya se había convertido en una de las personas más ricas del país. Posteriormente, abandonó el negocio de los vapores e invirtió su capital en diversos bancos, incluyendo el National City Bank de Nueva York –hoy conocido como Citibank– y, tras haber amasado su fortuna, allí se mudó, dejando atrás Brownsville y su casa, hasta su muerte en 1875.
Esta pequeña comunidad se localizaba cerca del extremo septentrional de la desembocadura del Río Grande, frente a la ciudad de Bagdad. Fundada en la década de 1840, Clarksville sirvió como zona de tránsito para las tropas estadounidenses durante la Guerra Méxicoestadounidense o Guerra de Intervención. A principios de la Guerra de Secesión, el comercio de algodón y la presencia de contrabandistas confederados que burlaban el bloqueo hizo prosperar la localidad, pero en 1863 la zona fue tomada y ocupada por las fuerzas unionistas, que confiscaron viviendas privadas y almacenes, haciendo que la mayor parte de los residentes se dieran a la fuga. Como parte de los esfuerzos del emperador Maximiliano por suprimir la resistencia mexicana, cañoneras francesas bombardeaban ocasionalmente el pueblo. Theresa Clark Clearwater, hija del fundador del mismo, recodaba cómo «las familias se veían obligadas con frecuencia a buscar resguardo detrás de una duna grande durante aquellos cañoneos». Las fuerzas de la Caballería Confederada de Texas, así como soldados franceses y austriacos de las fuerzas de Maximiliano, también frecuentaban el lugar. En 1866, filibusteros estadounidenses, mercenarios y soldados de fortuna, atacaron a las tropas imperiales en la vecina localidad de Bagdad, con la ayuda del 118 Regimiento Negro de Infantería del Ejército de los Estados Unidos. El gran huracán de 1867 acabó con las vidas de muchos de los residentes y causó grandes pérdidas en Clarksville, pero la comunidad sobrevivió. En 1872, no obstante, la construcción de una línea de ferrocarril entre Brownsville y Puerto Isabel desvió el flujo comercial apartándolo de Clarksville, que fue castigado de nuevo por las tormentas de 1874 y 1886. En último término, la pequeña comunidad dejó de existir, y un cambio en el curso del Río Grande en 1953 causó la inundación permanente del antiguo emplazamiento.
No resulta sorprendente que el Río Grande en sí mismo desempeñara un papel crucial en el desarrollo histórico de la Guerra de Secesión de Estados Unidos en El Valle: según los bloqueos federales aislaban la línea costera confederada, México se convirtió en una salida vital para las exportaciones algodoneras de los sureños. Pero la importancia del río se remonta a mucho antes: en 1848, en virtud del Tratado de Guadalupe Hidalgo, los Estados Unidos y México acordaron que esta vía fluvial divisora de ambas naciones se constituiría en aguas internacionales, abiertas al comercio de ambos países. En la década de 1860, este compromiso impedía que la Armada de la Unión interceptara las mercancías despachadas por el río, con lo que los comerciantes llevaban el algodón hasta Matamoros, lo embarcaban en vapores fletados bajo bandera mexicana hasta Bagdad, donde se transbordaba a embarcaciones de mayor calado para su distribución internacional. Las tropas unionistas no podían detener este flujo de suministros sin expandir el alcance de la guerra hasta México, que se encontraba a su vez en ese momento sumido en una guerra civil. Si bien el ejército de los EE. UU. ocupó brevemente algunas poblaciones de El Valle del Río Grande, aminorando así el tráfico de algodón dirigido hacia el sur, las aguas del río siguieron siendo surcadas con libertad hasta el final de la contienda por embarcaciones cargadas de esta fibra.
En su naturaleza de asentamiento militar principal de los EE.UU. en la desembocadura del Rio Grande, el Fuerte Brown se convirtió en un codiciado botín para ambos bandos durante la Guerra de Secesión. La fortificación fue construida por el General Zacarías Taylor en 1846 como el primer destacamento militar estadounidense levantado en las orillas del Río Grande, y fue denominado en sus principios «Fuerte Texas». Posteriormente fue rebautizado en honor del Mayor Jacob Brown, uno de los primeros fallecidos durante la Guerra Méxicoestadounidense o Guerra de Intervención. En febrero de 1861, el general unionista David Twiggs, simpatizante de la causa sureña, accedió a la rendición de todos los emplazamientos militares texanos a la Confederación, y durante la mayor parte de la Guerra de Secesión, las tropas confederadas ejercieron de salvaguarda para el próspero tráfico del algodón hacia la ciudad de Matamoros. En noviembre de 1863, no obstante, el General Napoleón Dana y un contingente de 7 000 soldados unionistas tomaron el control de Brownsville. Sin embargo, su presencia en el lugar fue breve, ya que un cambio de prioridades en las fuerzas de la Unión propició el desplazamiento de las tropas hacia otros frentes. Las fuerzas confederadas bajo el mando del Coronel John S. «Rip» Ford repelieron gradualmente el resto del contingente unionista que, en julio de 1864, abandonaba una vez más el acuartelamiento, dejando el Fuerte Brown en manos sureñas durante el resto de la contienda. Después de mayo de 1865, el fuerte fue tomado de nuevo por el Ejército de los Estados Unidos, incluyendo tropas del Regimiento Negro, y se convirtió en el cuartel general de la región del Río Grande, recuperando así su papel como guarda de la frontera. La importancia de Fort Brown menguó a medida que México se estabilizaba después de su ciclo revolucionario (1910-1917) y las agencias del orden público locales reemplazaron al ejército en la función del control fronterizo. En septiembre de 1944 fue decomisado de manera formal cuando el 124 de Caballería se desplegó en Birmania durante la Segunda Guerra Mundial.
La que fuera una pequeña isla de barrera en el extremo más meridional de Texas, desempeñó un papel importante en la Guerra de Secesión estadounidense. Sin embargo, la Isla de Brazos ya no aparece en los mapas contemporáneos. Durante el siglo XIX, el Río Grande era navegable para embarcaciones de calado, pero un banco de arena en su desembocadura impedía a las embarcaciones mayores penetrar en las aguas fluviales más profundas, así que la solución a este obstáculo consistía en desembarcar las mercancías en la Isla de Brazos y transbordarlas a otras embarcaciones río arriba. Durante la Guerra Méxicoestadounidense o Guerra de Intervención, el general Zacarías Taylor estableció un polvorín en el extremo septentrional de la isla y, después de la secesión de Texas de la Unión, las tropas confederadas tomaron el puerto. Como parte del bloqueo naval de la costa confederada, los navíos unionistas intentaban detener el comercio que transcurría a través de la Isla de Brazos, una estrategia que obligó a la Confederación a desplazar el tráfico comercial a la ribera opuesta, a la ciudad de Bagdad, en el Estado mexicano de Tamaulipas. Sin embargo, hasta que los unionistas ocuparon la isla en noviembre de 1863, ésta siguió siendo puerto franco para los contrabandistas que atravesaban el bloqueo. En esa ocasión, el general unionista Napoleón Dana hizo desembarcar a sus tropas en el polvorín y lo fortificó antes de proceder con la conquista de El Valle del Río Grande. Las tropas confederadas acabaron repeliendo la incursión, pero un pequeño destacamento unionista mantuvo la plaza de Brazos Santiago durante el resto de la conflagración. Tras la rendición de los dirigentes confederados de Texas en mayo de 1865, las tropas de Estados Unidos, en su mayor parte del Regimiento Negro, utilizaron la isla como su punto de arribo y tránsito hacia sus destinos del interior. En 1867, una gran tempestad destruyó la mayor parte de las estructuras del polvorín, que nunca fueron reconstruidas y que acabaron siendo engullidas por las dunas costeras. El terreno que en su momento constituyó la Isla de Brazos sigue ahí, pero se ha convertido en una estrecha península conectada al continente.
Juan Cortina y la Guerra de Recesion EEUU
En julio de 1864, las tropas unionistas abandonaron Brownsville, dejando a Juan Cortina frente a los confederados hostiles, al norte, y con los imperialistas franco-austríacos avanzando hacia Matamoros desde el sur. Cortina trazó un plan para hacer cruzar 1 500 efectivos de la Brigada Cortina a la ribera norte del río, donde podrían unirse a las fuerzas de la Unión, y el 8 de septiembre de 1864, hasta tres centenares de sus hombres pertenecientes a los Exploradores del Bravo, con tres piezas de artillería, lo lograron. Se unieron a las tropas federales en un asalto a los confederados cerca del Rancho Palmito y, en el combate, doce cortinistas fueron apresados y retenidos como prisioneros de guerra. La presencia de la tropa cortinista en los Estados Unidos desató una tormenta diplomática de protesta por parte de los franceses. Después de la rendición de Matamoros y de una breve singladura en el ejército imperial, Cortina se rebeló contra los franceses en abril de 1865, y de nuevo estableció relaciones amistosas con los federales, que retenían la Isla de Brazos así como una estrecha franja del Río Grande. Con el final de la Guerra de Secesión, Cortina abrió incluso una oficina de reclutamiento en Brownsville, y el general William Tecumseh Sherman, durante una gira por la frontera del Río Grande en el verano de ese mismo año, se reunió con Cortina en esa misma ciudad: un flujo de material bélico empezó a entrar en México con destino a los liberales y a Benito Juárez, en su sangrienta disputa contra los imperialistas. Hacia finales de junio de 1866, habiéndose retirado de Matamoros el majestuoso ejército imperial, Cortina cabalgó triunfal de regreso a la ciudad. En los años que siguieron, los liberales se disputaron entre sí el poder en México y Cortina siguió compitiendo por ganarse el corazón y la voluntad de las gentes de Tamaulipas y del Sur de Texas.
Juan Cortina y La Primera Guerra
Juan Cortina nació en el seno de una familia de rancheros del Estado de Tamaulipas, México, en 1824, y siendo aún él joven, su madre heredó porciones de una gran concesión de tierras en El Valle del bajo Río Grande, que incluían zonas de los alrededores de Brownsville. Allí se mudó su familia y, al igual que muchos de sus contemporáneos, Cortina se opuso al injusto tratamiento que los terratenientes de origen mexicano recibían en Texas después del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848. Esta situación condujo en 1859 a un conjunto de confrontaciones violentas denominado la «Primera Guerra de Cortina». A finales de septiembre, después de haber disparado al agente de la autoridad Robert Shears, Cortina dirigió un contingente armado que tomó la ciudad de Brownsville, donde se formó una contrainsurgencia para repeler las fuerzas de Cortina bajo el nombre de «Los Tigres de Brownsville». Cortina abandonó la ciudad refugiándose en el rancho de su familia y, desde allí, en el mes de noviembre, reanudó el ataque contra Los Tigres de Brownsville. Poco después, una compañía de los Texas Rangers intentó apresarlo, aunque fue capaz de derrotarlos también. Durante el mes siguiente, un segundo contingente de Rangers al mando del capitán John «Rip» Ford se unió a las fuerzas de los Estados Unidos acuarteladas en Fort Brown y Cortina se retiró río arriba. El 27 de diciembre de 1859, las fuerzas conjuntas del Ejército y de los Rangers le plantaron cara en la Batalla de Río Grande City, en la que el contingente cortinista fue doblegado de manera definitiva, obligando a Cortina a emprender la huida hacia México. En una última arremetida contra sus enemigos, Cortina intentó capturar el vapor llamado Ranchero, embarcación propiedad de dos de sus antagonistas, Richard King y Mifflin Kenedy, pero volvió a ser derrotado el 4 de febrero de 1860 en el enfrentamiento que tuvo lugar en La Bolsa. Permaneció entonces en México, sólo para regresar cuando el estallido de la Guerra de Secesión de EE. UU. le abrió nuevas oportunidades para resarcirse de sus viejos agravios. Fue como resultado de las actividades cortinistas que el coronel Robert E. Lee, cuando aún era oficial del ejército federal, visitó en 1860 los barracones de Ringgold.
El 25 de junio de 1864, las fuerzas confederadas al mando de John S. «Rip» Ford derrotaron en Las Rucias a los unionistas capitaneados por Phillip Temple. Los confederados habían abandonado Brownsville en noviembre de 1863, después de que el general del ejército unionista Nathaniel Banks invadiera el Sur de Texas y sus tropas avanzaran siguiendo el curso del Río Grande hasta llegar a Laredo. Sin embargo, después de su incursión inicial, muchos efectivos federales fueron desplegados en otros destinos y las compañías confederadas respondieron contraatacando a las menguantes fuerzas unionistas. Hacia el mes de junio, Ford y su «Caballería del Oeste» ya habían avanzado una distancia que ponía a la ciudad de Brownsville a su alcance y, puesto al corriente de su proximidad, Temple avanzó con cien unidades de caballería hasta el Rancho Las Rucias, ubicado a unas 24 millas al oeste de Brownsville, con la esperanza de tomar por sorpresa al contingente de Ford, formado por 60 hombres. Pero Ford había recibido refuerzos del 4º de Caballería de Arizona y llegó a Las Rucias con 250 hombres. Tras una breve escaramuza, los confederados acorralaron a los federales en su acuartelamiento del rancho, obligándoles a batirse en retirada tras causarles 20 víctimas, 25 heridos y habiendo capturado 36 prisioneros. A pesar de su victoria en Las Rucias, Ford carecía de suficientes tropas o suministros para continuar con su ofensiva inmediatamente después, y cuando se encontró listo para hacerlo, las fuerzas unionistas ya habían abandonado la ciudad y los confederados retomaron Brownsville el 30 de julio sin encontrar resistencia.
El prado de Palo Alto y la cercana Resaca de la Palma constituyeron el escenario de una de las batallas de la Guerra Méxicoestadounidense, también denominada «Guerra de la Intervención». Docenas de jóvenes oficiales que experimentaron sus primeros lances de batalla durante las refriegas con las tropas mexicanas entre el 8 y el 9 de mayo de 1864 fueron ascendidos a puestos de mando durante la posterior Guerra de Secesión. Ulysses S. Grant, George Gordon Meade, Don Carlos Buell, y 21 más acabaron ocupando el cargo de general en el ejército unionista. James Longstreet, John Pemberton y 12 más de sus compañeros acabaron con el mismo rango en las filas confederadas. Edmund Kirby Smith, quien fuera teniente en Palo Alto, fue el jefe de la región militar del Departamento del Oeste del Mississippi de la Confederación, que incluía Texas y El Valle del Río Grande. Aunque estos campos de batalla no albergaron enfrentamientos durante la Guerra de Secesión, el prado de Palo Alto constituyó un asentamiento de acampada para las tropas unionistas cuando llegaron para tomar el control del Río Grade en el otoño de 1863. Agrupaciones como la 37 de Intantería de Voluntarios de Illinois acamparon allí a cielo abierto durante su avance para ocupar la cercana localidad de Brownsville. Ambos lugares también acarreaban un gran valor simbólico para los soldados unionistas que, una generación más tarde, recordaban bien las batallas durante la guerra con México. El mayor Augustus Pettibone, de la 20 de Infantería de Voluntarios de Wisconsin, capturó los pensamientos de muchos de sus compañeros cuando escribió a los suyos explicando la invasión del delta del Río Grande: «Hemos venido como ciudadanos armados de la Unión para ocupar y tomar posesión de lo nuestro, para recuperar la tierra por la que lucharon y vertieron su sangre nuestros hermanos mayores durante la guerra con México y para, una vez más, desplegar la enseña de la República a lo largo de la frontera del suroeste, convertida para siempre en territorio histórico por las batallas de Palo Alto y de la Resaca de la Palma.
La línea de pilotes de troncos de palma justo al norte de la carretera número 4 en la playa de Boca Chica son los restos de una vía férrea de la Unión construida hacia el final de la Guerra de Secesión estadounidense. Se trataba de las columnas que sostenían el puente a través del estrecho brazo de mar de Boca Chica para conectar la Isla de Brazos con la tierra firme en el Rancho White. Cuando las fuerzas unionistas entraron en el delta del Río Grande en noviembre de 1863, desembarcaron en dicha isla y salvaron el paso sobre las aguas utilizando un puente provisional de pontones flotantes. Después de ocupar Brownsville, el general unionista Francis Herron ordenó construir una vía férrea y un puente para acarrear tropas y suministros hasta los vapores que, a su vez, los transportarían río arriba. El posterior repliegue unionista hasta la Isla de Brazos en la primavera de 1864 desbarató estos planes aunque, cuando la Confederación se desmoronó en mayo de 1865 y las fuerzas unionistas reconquistaron Brownsville, el trazado de la vía férrea volvió a ser prioritario. El General Philip Sheridan, comandante en jefe de la División del Suroeste de las Fuerzas Armadas de la Unión, recelaba de que los confederados huidos a México pudieran plantar batalla cruzando la frontera, quizás aliados con las fuerzas imperialistas mexicanas, así que ordenó la finalización de la vía y del puente, que fueron construidos por el Regimiento Negro de los EE.UU. Pero el trazado tuvo una corta vida, pues el huracán de 1867, que arrasó las localidades de Bagdad, Clarksville, así como el polvorín de Brazos Santiago, también destruyó el puente de Sheridan, que no volvió a ser reconstruido.
Conocida con anterioridad como «El Frontón», Punta de Santa Isabel había sido un centro de comercio de gran importancia antes de la época de la Guerra de Secesión estadounidense. Su relevancia vino marcada en 1852 por la construcción de un faro de grandes dimensiones (la estructura más alta en todos los alrededores) para guiar a las embarcaciones a través del paso de Brazos Santiago. Aunque la importancia de la población menguó después de que la tecnología del vapor posibilitó un tránsito seguro directamente hacia las aguas del Río Grande, el faro siguió utilizándose como señal marítima para las embarcaciones de menor calado que utilizaban el puerto para burlar el bloqueo unionista. Cuando las fuerzas de la Unión ocuparon el Sur de Texas en 1863, los confederados intentaron volar el faro para evitar que se convirtiera en un punto de observación del enemigo, pero no lo consiguieron, dañando sólo la parte superior del mismo. Cuando los confederados recuperaron El Valle del Río Grande en el verano de 1864, repelieron a los unionistas hasta la Isla de Brazos, y establecieron una estrecha vigilancia desde la cercana Punta de Santa Isabel para evitar un posible desembarco anfibio. El choque más importante entre los contendientes tuvo lugar el 9 de agosto en los embarcaderos de Punta de Santa Isabel, en forma de una escaramuza entre 250 unidades de caballería confederada y 75 hombres del Cuerpo de Zapadores Africanos –una unidad de esclavos liberados de La Luisiana. En marzo de 1865, el General del Ejército de los Estados Unidos Lew Wallace, quien luego ganara fama como gobernador del territorio de Nuevo México y como autor de la exitosa novela histórica Ben Hur, se reunió aquí con los mandos rebeldes James Slaughter y John S. «Rip» Ford para negociar un alto el fuego en el delta del Río Grande. Aunque no se llegó a un acuerdo formal, sí se estableció una tregua informal que se mantuvo hasta que las hostilidades estallaron de nuevo en el Rancho Palmito.
Aunque en su mayor parte desconocida para el público en general, la escaramuza que tuvo lugar en el Rancho Palmito el 13 de mayo de 1865 fue en sí el último enfrentamiento armado de la Guerra de Secesión estadounidense: la mayor parte de las confrontaciones habían cesado después de la rendición del general Robert E. Lee en el juzgado de Appomattox el 9 de abril de ese año, pero numerosos mandos confederados al oeste del Mississippi no habían reconocido aún la victoria unionista. Por aquel entonces, las tropas confederadas aún retenían el control del Fuerte Brown, en Brownsville, y de los terrenos circundantes en tierra firme, mientras que una pequeña guarnición unionista ocupaba la Isla de Brazos. El 11 de mayo, el Coronel Theodore H. Barrett, al mando del retén de la Isla de Brazos, ordenó al Teniente Coronel David Branson dirigir una columna de 250 efectivos de la 62 de Infantería del Regimiento Negro, y cincuenta unidades del 2º de Caballería de Texas en dirección hacia los últimos bastiones confederados. El contingente de Branson avanzó sobre el Rancho Palmito y el 13 de mayo, reforzado por Barrett en persona y 200 efectivos de la 34 de Infantería de Indiana, continuó su determinada progresión en dirección a Brownsville. La llegada de John S. «Rip» Ford con 300 unidades de caballería confederada y varias piezas de artillería detuvo el avance de Barret cerca del límite occidental del Rancho Palmito. La infantería unionista retrocedió hacia la costa y, según oscurecía, el cañoneo de los navíos de la Unión mantuvo a los confederados a distancia habilitando la retirada de los federales. El saldo de bajas en aquella batalla fue relativamente bajo, con diez heridos entre los confederados y seis heridos, además de dos víctimas mortales, entre los unionistas. Uno de los fallecidos fue el Cabo John Jefferson Williams, de la 34 de Infantería de Indiana, que recibió el lamentable honor de ser la última víctima mortal en el campo de batalla de la guerra más sangrienta de la historia del país.
Tres regimientos pertenecientes al U.S.C.T. (siglas en inglés de United States Colored Troops, un contingente conocido como el «Regimiento Negro»), entraron en El Valle en el otoño de 1864. Acuartelados en la Isla de Brazos Santiago, este cuerpo fue organizado después de que el presidente Abraham Lincoln promulgara la Emancipación de los esclavos en Estados Unidos en 1863. Un destacamento la 62 de Infantería combatió a los confederados en la Batalla de Rancho Palmito el 13 de mayo de 1865. Dos semanas después, el 30 de mayo, la 62 y otras unidades del ejército se desplazaron hasta Brownsville y ya para entonces casi 16 000 veteranos del regimiento negro del 25º Cuerpo del ejército habían llegado desde City Point, Virginia. Pronto fueron desplegados, distribuyéndose entre los fuertes Brown, de Brownsville, Ringgold, de Río Grande City, McIntosh, de Laredo, y Ducan, de Eagle Pass, así como en otros emplazamientos menores, a fin de evitar que los antiguos confederados establecieran un gobierno en el exilio y un ejército en México. Posteriormente, el Regimiento Negro y sus sucesores, los llamados «soldados búfalo» (tal como los denominaban los indios de las praderas) patrullaron la frontera para evitar que la violencia que se desarrollaba en México se propagara a través de la frontera en los Estados Unidos, así como para disuadir a bandidos e indios de atacar a las comunidades locales. Los soldados negros se ajustaron bien al árido terreno desértico y a la diversidad cultural de El Valle, tal como reflejó el sargento mayor Thomas Boswell de la 116: «Si nuestro regimiento permanece aquí tiempo suficiente acabaremos hablando todos español, porque estamos aprendiendo muy rápido». La última compañía del Regimiento Negro, la 117, abandonó el Río Grande en julio de 1867.